Hay márgenes que no son habitables,
hay refugios que firman la sentencia.
Así, no condenar lo condenable,
es aplaudir del fuego su violencia.

Hay silencios que afirman el abismo
en el infierno de la equidistancia.
Perpetuando este simple mecanismo:
La paradoja de la tolerancia.

Así, que puño en alto, pie en pared,
defensa de la paz contra el salitre.
Hay que apretar las uñas y los dientes.

Impidamos que sacien esa sed
de sangre; protejamos de los buitres
al pobre, al negro, al gay, al diferente.

STEWART MUNDINI

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