No son MENAS, joder, sino chiquillos
despojados de ayer, hechos pedazos,
deambulando sin sur por los pasillos
de un presente de hiel comprado a plazos.
Les dijeron que hay pan tras los pestillos,
les contaron que el mar no da portazos
y llegaron con sol en los bolsillos
a este norte sin luz hueco de abrazos.
Tienen sueños y acné, miedo, espinillas,
un insomnio voraz hecho de astillas
y una rabia sin ley y sin aliños.
Nuestro tibio desdén los vuelve acrónimos
sin semblante ni voz, bultos anónimos,
pero mírenlos bien: sólo son niños.
LUIS MARÍA PÉREZ MARTÍN
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