Vinicius llora y cierra las cortinas
mirándose por dentro las costuras,
qué palos en las ruedas, qué amargura
qué santa inquisición mentando ruina.
Un «basta ya», poniendo pie en pared,
parece que es vinagre en las heridas
pedradas en batallas ya perdidas,
o sal para intentar calmar la sed.
Y quién tiene la culpa de esta historia,
la duda hiere más que tanta escoria
gritándole en las gradas como Cheetah.
Sus lágrimas son agua que derrama,
no siempre basta el agua, ciertas llamas
precisan más que agua, dinamita.
Stewart Mundini
0 comentarios