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Los discursos de odio son mensajes, expresiones que incitan a la violencia, la discriminación y la agresividad hacia personas o grupos que son definidas por su pertenencia a una religión, género, orientación sexual, discapacidad, nacionalidad u otra característica. Estos mensajes, amparados en el ejercicio de la libertad de expresión de quienes los profesan y difunden, crean el caldo de cultivo y propician la intolerancia y la hostilidad hacia las personas.

Amparados y promovidos por potentes plataformas de información, estos mensajes llegan a los medios de comunicación o Internet y contaminan teléfonos móviles, ordenadores o televisiones con mensajes simples y manipulados. Pensados para sembrar miedo y confusión, esos mensajes se dirigen más a la emoción que a la razón y justifican la jerarquía y un supuesto orden en el que ciertos grupos sociales tienen el derecho de imponerse sobre otros.

Cuatro características distinguen un discurso de odio. Primero, señala a un grupo vulnerable. Segundo, lo desprestigia o humilla. Tercero, oculta la concepción inhumana y antidemocrática que lo mueve. Y cuarto, tiene intención de hacer daño.

Una investigación de la Universidad de Oxford, contrastó que uno de cada 15.000 twits que se escribían en inglés contenían insultos racistas. Internet y las redes sociales no siempre son sinónimo de libertad y buenas prácticas. Por ello, algunas plataformas como Facebook, Twitter, Google, YouTube y Microsoft se preocupan por el creciente auge de estos discursos en sus plataformas. Estos cinco gigantes de las tecnologías y la Comisión Europea firmaron un código de conducta para eliminar de sus plataformas mensajes racistas o xenófobos, detectar malas prácticas y denunciar cuentas o publicaciones cuyo contenido se estime perjudicial.

El código penal permite a los jueces y tribunales en España borrar, destruir y retirar cualquier contenido de Internet que fomente el odio. Una de las barreras a las que se enfrentan en este sentido es al anonimato, ya que los agresores se esconden bajo perfiles con nombres y fotos de perfil falsos para realizar sus ataques.

Luchar contra el racismo y la xenofobia en Internet exige mejorar la formación de todas las personas en materia de igualdad y no discriminación. Y también crear contra-narrativas en las redes sociales. Es decir, contar experiencias y vivencias que muestran lo equivocados que están quienes manipulan o se dejan influir por las manipulaciones. Mostrar de modo sencillo ejemplos de la vida cotidiana que prueban la falsedad de la propaganda racista y extremista y enseñar lo enriquecedor y beneficioso para la sociedad que es la tolerancia y la convivencia de las personas, independientemente de su condición cultural, sexual o nacional. Y eso es lo que tratamos en Migrantes en igualdad.