«Me encanta ayudar a los chicos»

Jun 22, 2021 | Historias de vida | 0 Comentarios

Yassine Benmoussa y Abderrahim Hossny.

Cuando llegaron, eran niños con un pasado.

Ahora son dos jóvenes con un futuro.

Yassine Benmoussa y Abderrahim Hossny son dos jóvenes marroquíes que llegaron a nuestro país cuando aún eran menores de edad. Han sido, hasta hace escasos meses, eso que se ha venido llamando MENA: Menor Extranjero No Acompañado. Conversamos con ellos en una cafetería de la zona baja de Algeciras, a escasos pasos de la Plaza de Abastos, lugar con una presencia imprescindible de la comunidad marroquí a la que ellos también representan.

Hossny ha venido de vacaciones a ver a Yassine. Ambos estuvieron en el Campo de Gibraltar, residiendo en centros de acogida, pero no se conocieron hasta que coincidieron trabajando en Canarias. Allí estuvieron en los momentos más complejos de llegadas de personas migrantes a las costas y fue allí donde se dieron cuenta de que habían vivido en sitios distintos de la misma comarca.

Ambos pueden contar su experiencia en el tránsito, en un corto período de tiempo, de ser menores en acogida a trabajar como monitores. Yassine tiene 19 años, Hossny, 18. De inmediato le propusieron trabajar en las islas como mediadores. Hossny aún continúa. Yassine volvió a Algeciras. Hablan con una madurez inusual para su edad.

Cuando les preguntamos qué significa para ellos la palabra MENA, Hossny, que es del norte de Marruecos, contesta: “Menor es que tienes menos de 18 años, ¿no? Antes de venir ya sabía algunas palabras españolas”. Les hacemos referencia a las campañas contra los MENA, queremos saber hasta qué punto son conscientes de ser el centro de muchos bulos y noticias falsas en los últimos meses. Yassine nos contesta: “Yo todavía en Algeciras no he visto nada, pero en Madrid está saliendo mucho”. Hossny está de acuerdo. Eso, en Madrid. Aquí, no.

Nos trasladamos en la conversación a su mayoría de edad, al momento de su salida del centro de acogida. Ellos quieren empezar su historia ahí, no cuando se fueron de Marruecos, ni siquiera cuando entraron en los centros. Ellos sienten que han empezado una nueva etapa, una etapa como adultos, una etapa de futuro.

Yassine nos cuenta que salió del centro en agosto de 2019. “Luego fui a un piso de mayoría de edad, me dieron un año, pero a los tres meses me fui.” Estuvo trabajando de camarero, pero lo pusieron en un ERTE cuando empezó la crisis sociosanitaria y nos confinaron. “Me llamaron de Samu en agosto 2020 para ir a trabajar», dice y añade: «Ellos me conocen. Estuve de traductor con ellos, cuando era menor, pintando y arreglando el centro también.”

Yassine y Hossny tienen un diploma de mediador intercultural. Nos cuentan que todos los menores que viven en los centros, salen con uno. Pero ¿les gusta el trabajo? A Hossny lo trasladaron del centro directamente a Canarias. “Me preguntaron si estaba interesado en trabajar. Digo que sí. Me encanta ese trabajo, me encanta ayudar a los chicos. También he sido migrante en el centro, nosotros lo entendemos mejor que los españoles que vienen a trabajar con nosotros. Nosotros lo entendemos porque hemos pasado por eso».

Yassine lo enfoca claramente: “Yo también he sido migrante como ellos. Como estos menores. Estás cuidando a 60 niños, cuatro hacen ruido, el resto son buenos.” Añade que ellos, Hossny y él, tienen que dar ejemplo. “Nosotros hablamos con ellos y ven que estamos arreglando nuestros papeles y que nos llaman para trabajar y eso”, afirma.

Yassine considera que el personal de los centros de acogida debería estar equilibrado entre mediadores marroquíes y españoles. Hossny nos dice que es muy importante que los monitores españoles te enseñen el idioma. En su experiencia como monitores destacan la importancia de la disciplina. Yassine afirma: “Yo cumplí las normas, ellos también tienen que cumplirlas y saber cómo van.” Nos detalla a qué se refiere: “Cuando estamos en el centro cogemos el móvil una hora al día para hablar con la familia. Aprendes a que no es necesario todo el día. Tienes que trabajar, tienes que estudiar. A las 8:30 te levantas, a las 9 desayunas, a las 10 limpieza, a las 11 taller, clase de español. Es importante tener una disciplina”.

Vemos que a Yassine le gustaba el trabajo y nos confirma: “En Canarias, trabajando con los inmigrantes, todos los inmigrantes me respetan, todos me hacen caso. Si me pongo serio, se ponen serios. Cuando me fui todos estaban llorando. Se comportaban bien conmigo. Ahora hacen lo que les da la gana, no respetan a ninguno (risas).”

Preguntamos si creen que a ellos los respetan más. Nos dicen que no consiste solo en normas, normas, normas. Hay más cosas. Hossny nos dice: “Si vas a decirles algo, te van a hacer caso. Si los tratas bien, te van a tratar bien.” La clave está en hablar con ellos, de tú a tú. 

Ambos recuerdan cuando llegaron a Canarias. Yassine nos dice: “Toda la semana lloviendo, unos campamentos llenos de barro”. Evocan algunas historias de chicos concretos y se ponen tristes. Hossny dice que, en su último turno, “un chico acababa de llegar a Canarias y se le murió su padre”. Nos comentan que los chicos que han conocido en Canarias están más nerviosos que los que están en centros en el Campo de Gibraltar. No entendemos bien por qué y Hossny nos lo aclara: los chicos que están en las islas quieren llegar a la Península. “Trasladan a uno o dos y los demás se quedan, pero todos quieren ir a la península» y añaden: «Dicen que en Canarias todavía están en Marruecos.”

Ellos lo entienden, pero ya están en otro momento de su vida y para ellos Canarias es otra cosa: “la isla está guapa”, dice Hossny, pero al mismo tiempo, añade Yassine, “En Canarias la vida es muy cara. 800 y algo con la luz y el agua. Vivía con dos personas. Te vas al supermercado y te quema.” Estar allí trabajando es una experiencia diferente: por un lado, tienen autonomía; por otro, tienen que ganarse la vida y su vida, la pagan ellos.

Hablando de pagar y de sus vidas como adultos, cerramos la conversación. ¿Algún plan de futuro? Tardan medio segundo en contestar. Yassine dice: “Yo quiero montar una tienda”, y al mismo tiempo, Hossny afirma: “Montar un negocio, una peluquería. En España. Exactamente en Málaga. Me encanta Málaga. También me gusta la peluquería.” Yassine bromea: “Yo me pelo solo.”

Cuando le preguntamos a Yassine por la tienda nos explica que antes tenía un plan: “Iba a abrir una cafetería aquí en la Plaza Alta, con un chaval que vivía conmigo. En 2019. Me salía un poco caro. Acababa de empezar, no podíamos. Teníamos una cantidad ahorrada entre los dos. Ahora pienso en una tienda que venda de todo. Por El Saladillo o La Bajadilla”. Hossny añade: “Yo acabo de empezar a ahorrar.”

Y empezamos a despedirnos. Lo cierto es que cuando llegaron, eran niños con un pasado. Ahora son dos jóvenes con un futuro.

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